Después de informarme sobre los medios
de locomoción para desplazarme a las Torres, tomé un bus que me
llevaría hasta Laguna Amarga, donde se encuentra la entrada al
parque y donde es preciso registrarse en las oficinas del CONAF.
Desde allí hay un pequeño bus para subir hasta la Hostería Las
Torres y, desde esa zona, ya no hay carretera, así que me encuentro
en medio de la estepa patagónica con un largo camino por delante y
mucha ilusión para afrontarlo.
El día era soleado y caluroso, cosa
poco habitual por estas latitudes. Yo iba equipada para soportar
bajas temperaturas, así que en el primer tramo pasé mucho calor y
me resultó algo pesado.
Por estrechos senderos, grandes rocas y
con unas vistas maravillosas llegué al Refugio Chileno, donde comí,
descansé y continué la subida por unos caminos que se perdían
entre enormes piedras, por las que había que gatear para finalmente
llegar a la espectacular Base de las Torres del Paine.
Es difícil de explicar lo que sentí
ante un paisaje tan salvaje. Me encontraba allí frente a las
gigantescas torres de granito y el lago azul turquesa de donde
parecía que nacían las tres torres. Era sobre las seis de la
tarde, el día estaba claro y sin viento yo emocionada ante tan gran
obra de arte de la naturaleza. Me senté y estuve admirando durante
un buen rato la preciosa puesta de sol que se reflejaba sobre las
torres.
Inicié el regreso al refugio con
cuidado pues habían muchas rocas y era algo peligroso. Sobre las
nueve de la noche ya estaba de nuevo en el refugio .
La distancia de todo el circuito dentro
del Parque de las Torres del Paine es de 150 metros que se recorre en
siete días pero también se pueden hacer otro mas corto de cuatro
días. Las tres torres miden: la Torre Sur de 2.850 m .la Torre
Central de 2.800 m. y la lisa Torre Norte de 2.600 m de altura.
La silueta de las torres se distingue
desde muchos puntos del parque y a lo lejos tienen un aspecto
azulado. En la lengua de los indígenas de esta zona, los Tehuelches,
el color azul
significaba ”Paine”.es por este
motivo que le llamaron Torres, (por parte de los españoles y Paine
por parte de la lengua de los
indígenas).
Durante todo el recorrido encontré
gente muy amable , recuerdo con cariño un grupo de chicos de
Santiago, me preguntaban sobre España y Barcelona. Como iban muy
cargados con las tiendas de camping, unas veces los adelantaba yo y
en otras ocasiones eran ellos los que me pasaban y así hasta la base
de las Torres.
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